Como el telón que cubre un escenario,
es tu cabello quien oculta un rostro encantado;
de vez en cuando se despliega
hacia los lados
y me permite admirar a la mujer que amo.
Desde lo alto, como fondo puedo ver tu piel
que ambienta y es el marco de algo extraordinario;
con tu frente como
cielo, tu barbilla como estrado,
hoy los veo de arriba abajo y es lo que engalana mi acto.
Y tomando en cuenta lo que es necesario,
dos grandes reflectores hoy me alumbran hacia abajo,
son tus ojos que
me alumbran desde Marzo,
tan fascinantes y expresivos, no hay como olvidarlos.
Es tu boca el asiento de mi ser,
tan delgada tu nariz y es mi respaldo;
son tus labios mi sustento, dos lunares
mi vestuario;
hoy respiro de tu aliento y sin el me asfixio tanto,
que me falta el aire y muero,
pero muero encantado,
pues con un suspiro tuyo:
la vida me devuelve a tu lado.
Y tu voz es como música en tu mente,
me acompaña de manera permanente;
en mis pensamientos mientras corre el día
y
en mis sueños cuando ya la Luna brilla.
Y hoy te miro desde el cuello hasta la frente,
como espectador de tu obra reluciente;
hago escala en ojos, boca
y mejillas
y eso es solo de los hombros para arriba.
De los hombros para arriba.
El soporte donde apoyo mis manos
para relajarme antes de empezar mi canto:
los componen tus mejillas y un milagro,
son
el amuleto que tanto he esperado y he soñado.
Terminando solo queda agradecer a Dios
por brindarme este milagro, mi escenario;
es muy bello, tiene aroma perfumado,
huele
a dulce flor de lirio...
y es por quien vivo enamorado.
L y M. J. Madrigal 2001