Trovadores
Hacia 1200 tiene lugar, con la trova o canción de amor de los trovadores, el florecimiento de la lírica medieval en Europa.
Su comienzo fue en la Provenza, coincidiendo con el fortalecimiento de la monarquía francesa, en el siglo XII, y el consecuente
refinamiento de la cultura cortesana. También influyó el auge del culto mariano, especialmente atendido en San Víctor, de
París, y en otro orden, la preferente atención dispensada a las artes en las Cortes moras de España.
La mujer es siempre el principal motivo de la trova, aunque esta lírica amorosa, más que expresión del sentimiento del
poeta es homenaje a la dama de su señor.
Eleonora Poitou, nieta del más antiguo trovador, Guillermo IX de Aquitania, impulsó la trova, que se convirtió en elemento
característico caballeresco. Cuando las trovas, ya en el siglo XIV, se registraron por escrito, su arte se estaba ya marchitando.
Mientras los caballeros y artistas de su séquito las improvisaron, se transmitieron directamente de memoria. Luego los trovadores
deterioraron muchas melodías con nuevos textos.
La forma de estas canciones es múltiple; para algunas sirvió de modelo el himno, mientras que la secuencia lo fue para
la canción provenzal, aunque en este último caso bien pudo ser lo contrario. Estos "layes" no sólo se encuentran en lengua
popular, sino también en el latín poético; verbigracia, en el famoso poema compuesto de 13 grupos de estrofas: Ventas, equitas,
largitas corruit, amargo lamento sobre la carencia de moral. Es también muy variado el ámbito específico del cancionero. Los
"sirvientes" son cautos, dedicados a los señores de quienes dependían los cantantes. A la muerte de aquellos comúnmente ofrecían
un sentido planch, como Gauceim Faidit, en la muerte de Ricardo Corazón de León. Para entretenimiento, los temas eran de aventuras
eróticas de guerreros con pastoras, como se narran en las historias bucólicas. El aube-alba es una canción en la que se describe
la dolorosa separación de los amantes a la llegada de la aurora.
Entre los trovadores más antiguos figura Macabru, en activo entre los años 1129 y 1150, con sus "lamentos
sobre el amor". Bernart de Ventadorn (1145-1195), hijo de un siervo del Vizconde de Ventadorn, sin prescindir de ciertos convencionalismos,
compuso canciones sobre experiencias personales.
Su tonada de la alondra fue una de las melodías más extendidas. Llegó también en la corte del Rey Enrique
II de Inglaterra.
Peire Vidal (trovador entre los años 1180 y 1206) cantó en lugares diferentes; entre otros, en Chipre y Malta
y también en la corte de Hungría. Fue uno de los más variados y originales.
Folquet, cofundador de la orden dominicana, creador de la Universidad de Toulouse (en donde delegó en Juan
de Garlandia, en 1229, como representante de música), abandonó su arte trovadoresco al ingresar en el convento cisterciense
de Toronet-en-Provence, alcanzando la categoría de obispo en 1205. Lamentablemente, perteneció a los fanáticos que instigaron
la horrorosa guerra de exterminio contra los albigen-ses, en la que las matanzas, guerras y saqueos alcanzaron a castillos
y pueblos, y la conservación de la gaya scienza se hundió en polvo y ceniza.
El propio Dante ensalzó a Folquet como poeta. No hay que olvidar tampoco a Raimbaut de Vaqueiras (cantaba
entre 1180 y 1207); su canto Kalenda maya, dedicado a las fiestas del 1 de mayo, se convirtió pronto en una de las piezas
más famosas del cancionero medieval; aunque no sea un modelo típico del arte provenzal, utiliza la melodía de j una danza
juglaresca, la Estampida.
En el norte de Francia encontró la trova terreno fértil para fructificar. Mientras que del sur se conocen
460 cantantes y 264 piezas, del norte nos han llegado por encima de 4.000 y 1.400, respectivamente.
Las canciones de los trovadores se componen de jeu partí-correspondiente al partí-, men provenzal-, de tai,
descort, la canción para danza, bailada y dansa, virelai y rendeau (canción en corro).
La balada es una canción con refrán, que el coro repite.
Entre los trovadores figura Blondel de Nesle (nacido sobre el 1150), poético pre-cursor de la aureolada trova.
Sobre Blondel se creó en 1260 la leyenda de que gracias a sus canciones encontró a Ricardo Coeur-de-Lion (Corazón de León)
en su prisión del castillo de Trifels.
Junto al aristócrata aparece en Colin Muset el simple juglar de profesión, que can-taba cantares realistas
y epicúreos; Moniot d'Arras (fallecido en 1239) fue un sencillo monje, de origen burgués, al que se considera entre los más
destacados trovadores, Su canto a la primavera, Ce fu en mai, tiene aire popular.
La trova francesa, como posteriormente la alemana, fue bajando a las esferas burgue-sas. A finales del siglo XIII se
reunieron cantantes burgueses en los "Puis" de Francia septentrional, especialmente en Arras, y organizaron certámenes con
premios para las canciones. Al "Puis" de Arras pertenecía Adam de la Halle (fallecido en el 1286), el cual adquirió nombradla
con las Chansons, Jeux partís, Rondeaux y V¡-relais, y especialmente como autor de la más antigua opereta, el Jeu de Robín
et Marión. Los cantantes provenzales extendieron su arte a Italia, a las cortes de Montferrat, Malaspina y Este; también llegaron
a ciudades como Bolonia y Genova y después alcanzaron Cataluña.
LA TROVA ALEMANA Bajo el reinado de la dinastía de los Hohenstaufen, con los emperadores Federico I, Barbarroja (1152-1190),
Enrique VI y Federico II (1212-1250), Alemania vivió un crecimiento de su poderío. Por las campañas de Italia y por las cruzadas,
los gue-rreros alemanes entraron en contacto con la cultura francesa, italiana y oriental. Tras Enrique VI, los príncipes
alemanes adquirieron un mayor poder, que condujo a un desarrollo de la cultura, del arte y de la poesía. Los trovadores y
el arte de la trova cundió en Alemania, que pronto tendió a crear su propio estilo. Los más antiguos bardos, tales como Federico
von Husen, y tam-bién desde los alemanes meridionales hasta el suizo Rodolfo von Fénis, se adhirieron directamente a los trovadores
franceses. El primero citado, Federico von Husen.
Haciendo un resumen, queda entendido que la trova tiene sus inicios en Europa por el siglo XII; y es básicamente
el arte de expresar las vivencias cotidianas en canciones, poesía y pensamientos.
Desde el siglo XII y hasta la fecha hacen ya 9 siglos de tradición y se mantiene sin corromper.
(Capturado del libro "Historia de la Música", Editorial EDAF MADRID, edición de 1980.)
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